¿Cuántas promesas has cumplido en tu vida?
Jairo de 14 años salió a la tienda a comprar algo de comida, cuando recibió la llamada de su padre diciéndole que estaba cerca de llegar al hogar y que llevaría para el almuerzo, entonces el chico se devolvió a su casa y contó a todos la noticia, todos se pusieron contentos.
Pasó al menos una hora desde que su padre llamó sin embargo no terminaba de llegar, la madre de Jairo preocupada, marcó el número de su esposo pero no recibió respuesta. Cinco minutos más tarde arribó al hogar, pero sin lo ofrecido. Todos inquirieron por la oferta pero su padre les respondió que se había encontrado con un amigo y no se había dado cuenta del tiempo y que además había olvidado su billetera en la casa. Su esposa, molesta, entró a la cocina para disponerse a preparar algo rápido.
Sin mayores excusas el papá de Jairo se sentó en la sala a esperar por el almuerzo.
“No es la primera vez que nos ofreces algo y no nos cumples papá” replicó el hermano menor de Jairo, “sí, hijo perdóname” respondió su padre. “Pero el perdón no soluciona nada papá, es lo que tú me has dicho, mientras no haya cambio de actitud, no sirve de nada”, manifestó Jairo. Entonces su padre se puso molesto y cambió de tema: “Ya terminaste tus deberes? Debes ser responsable con ellos? Profirió y se retiró a otro lugar de la casa.
Cuántas veces hemos pasado por una situación como esta, ofrecemos algo y luego no lo cumplimos, quizá no por irresponsables, ni por necios, ni por no querer hacerlo, sino por muchas circunstancias adversas que pueden suceder o por contratiempos de última hora. De ahí la importancia de no prometer absolutamente nada que no podamos cumplir y aunque tengamos la seguridad de que sí lo vamos a hacer, debemos ser prudentes para no confirmar lo que finalmente podría no realizarse.
Es por ello que viene siempre bien aquella frase: “Si Dios quiere pasará tal cosa, haré tal cosa, traeré tal cosa, nos veremos allí, empezaremos tal cosa, en fin”.
No olvidemos que somos seres humanos, expuestos a cometer una serie de errores y a no cumplir nuestras promesas, pero el único que sí cumple las suyas todo el tiempo es nuestro Creador. Dios jamás ha faltado a sus promesas en todo tiempo, en todo lugar y para todos.
Muchos dirán que no es así, porque en varias ocasiones buscaron de Él para sanar una enfermedad o pedir por la curación de alguien o por algún tema económico urgente, en fin, pero Dios supuestamente no respondió. Y no es que “no respondió”, Jesús siempre escucha pero Él tiene planes perfectos para cada uno de nosotros, planes en muchas ocasiones inentendibles para nuestra miserable mente humana, pero luego de un tiempo de haber renegado nos damos cuenta que lo que Él hizo estuvo más que bien. ¿O no?
Déjame insistirte que Dios nunca ha dejado de cumplir sus promesas, en cambio nosotros como seres humanos hemos fallado hasta la saciedad y no dejamos de hacerlo, seguimos caminando por ahí con promesas incumplidas a nuestra madre o padre, a nuestros hermanos, a nuestra pareja, a nuestro vecino, a nuestro jefe, a nuestros amigos, a nuestros hijos… ¿O no?