¿Te sientes perdido y solo?
Muchos nos hemos sentido en ocasiones perdidos y solos, sin saber que rumbo debemos tomar.
La vida puede llevarnos tan cerca de la desesperación que podríamos olvidar que Dios siempre está con nosotros.
Para las personas que no tienen a Cristo en su vida, esto realmente es muy frecuente y terrible.
Pero para los que hemos aprendido a depender de Cristo y vivir para Él, debemos siempre recordar lo que Cristo nos dijo en su Palabra:
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.
Juan 16:33
En las aflicciones depender de Él es realmente increíble, porque la paz que nos da nuestro Señor, sobrepasa todo entendimiento.
Debemos tener siempre presente que nuestro Rey de reyes, el vencedor de la muerte, prometió estar con nosotros siempre.
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
Mateo 28:20
Esta promesa debe estar con nosotros en cualquier situación, cuando estemos alegres y más aún cuando nos sintamos solos y perdidos.
Cada vez que nos sintamos solos y/o perdidos, la Biblia nos puede ayudar a corregir nuestra perspectiva, pues vemos que cada vez que el pueblo de Dios clama por alivio y seguridad, nos enfrentamos a la Gran Verdad de que solo Dios es nuestro refugio.
En palabras del salmista,
Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad
Salmos 91:4
Cuando leamos este verso del salmo 91, hagámoslo en primera persona, es decir, diciendo «con sus alas me cubrirá».
Repitamos esto cada vez que nos sintamos preocupados, solos y perdidos.
En medio del sufrimiento podemos acudir a Dios para que nos cubra con su amor.
Podemos confiar en que el Padre Celestial escucha nuestros clamores, y que está obrando para que todas las cosas nos ayuden a bien
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Romanos 8:28
Cuando entreguemos nuestras cargas y preocupaciones a nuestro amado Padre, veremos como Él maneja nuestra vida.
Amados, si aún no han entregado su vida a Cristo, te invito hacerlo ahora.
Solamente haz esta pequeña oración con el corazón:
«Amado Padre reconozco que soy un pecador y que te he ofendido, ahora con un corazón arrepentido me inclino a tus pies y te pido que reines en mi vida, en mi corazón, reconozco que Tú eres el único SEÑOR Y SALVADOR. Amen, amen.»