La sabiduría solo viene de Dios y cultivarla es una don que podemos tenerlo y trabajarlo mejor en tiempos de paz y no como ocurre en muchas ocasiones que acudimos a Él solo cuando estamos en crisis.
Cuando enfrentamos problemas, tratamos con frecuencia de encontrar la solución solos. Si podemos solucionarlos, intentaremos hacerlo. Otras veces, es posible que busquemos a alguien que nos aconseje, aunque en realidad estemos buscando comprensión y apoyo para sentirnos mejor.
Cuando lo que en verdad necesitamos hacer en tiempos difíciles es clamar a Dios por su ayuda.
Pero esa sabiduría se cultiva mejor en momentos de paz, antes de que nos encontremos en una crisis. Debemos buscar al Señor, pasar tiempo en su Palabra y aprender lo que desea que aprendamos.
Cuando nuestra mente y corazón están puestos en el Padre celestial, nuestra devoción crece y nuestros valores comienzan a alinearse con los suyos.
Una persona que busca de verdad a Dios, encuentra gozo y satisfacción en su presencia y le habla a lo largo del día. La oración se convierte en una reacción habitual y natural, sin importar las circunstancias.
Entonces, cada vez que enfrentemos una dificultad, nuestro primer pensamiento será recurrir a nuestro Padre celestial. Ese impulso reconoce nuestra relación con el Señor y nuestra dependencia de Él.
Demuestra que creemos que el Señor es un Padre amoroso que promete darnos su provisión, protegernos, guiarnos y amarnos.
Supongamos que estás pasando por serias dificultades, pero no estás buscando a Dios. Comienza confesándolo en oración y reconoce que los problemas a menudo son el medio que el Padre utiliza para atraernos a Él.
Da gracias a Dios por llamar tu atención, pide su ayuda para buscarlo con todo tu corazón, y confía tu situación angustiosa al único y verdadero refugio: Nuestro Amado Jesús.