La Biblia: Segundo Libro de los Reyes – Resumen
En el Segundo Libro de los Reyes, nos muestra como Dios usó la desobediencia de Israel para alcanzar a todas las naciones.
La tradición hablada sostiene que el profeta Jeremías fue el autor de 1 y 2 de Reyes, fueron probablemente escritos entre el 560 y el 540 a.C.
En el libro segundo de los Reyes describe la caída del reino dividido. Los profetas continuaban advirtiendo al pueblo que el juicio de Dios está por llegar, pero ellos no se arrepentían.
El reino de Israel es repetidamente gobernado por reyes impíos, y aunque unos pocos de los reyes de Judá son buenos, la mayoría de ellos alejan al pueblo de la adoración a Jehová. Estos pocos buenos gobernantes, junto con Elías y otros profetas, no pueden frenar la decadencia de la nación.
El reino del norte de Israel es eventualmente destruido por los Asirios, y aproximadamente 136 años después, el Reino del Sur de Judá es destruido por los Babilonios.
Hay tres temas prominentes presentes en el Libro de 2 de Reyes. Primero, el Señor juzgará a Su pueblo cuando ellos desobedezcan y le den la espalda. La infidelidad de los israelitas se reflejaba en la maldad de la idolatría de los reyes, y como resultado, Dios ejercita Su justa ira contra su rebelión.
Segundo, la palabra de los verdaderos profetas de Dios siempre se cumple. Puesto que el Señor siempre guarda Su palabra, también las palabras de Sus profetas son siempre verdaderas.
Tercero, el Señor es fiel. Él recordó Su promesa hecha a David (2 Samuel 7:10-13) y, a pesar de la desobediencia del pueblo y de los reyes malvados que los gobernaban, el Señor no exterminó a la familia de David.
Referencias Proféticas: Jesús utilizó las historias de la viuda de Sarepta de 1 de Reyes y de Naamán en 2 de Reyes, para ilustrar la gran verdad de la compasión de Dios hacia aquellos a quienes los judíos consideraban indignos de la gracia de Dios – los pobres, los débiles, los oprimidos, los cobradores de impuestos, los samaritanos, y los gentiles.
Al citar los ejemplos de la viuda pobre y de un leproso, Jesús se mostró a Sí Mismo como el Gran Médico, quien sana y ministra a aquellos en gran necesidad de la divina gracia soberana. Esta misma verdad fue la base del misterio del cuerpo de Cristo, Su Iglesia, la cual procedería de todos los niveles sociales, hombres y mujeres, ricos y pobres, judíos y gentiles (Efesios 3:1-6).
Muchos de los milagros de Elías prefiguraron los de Jesús mismo. Elías resucitó al hijo de la mujer sunamita (2 Reyes 4:34-35), sanó la lepra de Naamán (2 Reyes 5:1-19), y multiplicó los panes para alimentar a cien hombres y aún sobró (2 Reyes 4:42-44).
Fuente: GotQuestions