¿Puede la religión santificar a las personas? ¿Quién es Santo?
Desde mucho tiempo atrás hemos escuchado sobre la santificación de las personas, también sobre la beatificación o canonización.
¿Es posible que una religión pueda santificar a una persona?
Esta es la pregunta que surge ante estos eventos que se cumplen bajo la lupa de una religión, pero no a la Luz de la Biblia.
El hecho de que una persona pueda considerarse santa depende única y exclusivamente de su actitud frente a Dios y de que, precisamente ÉL, permita darle esta oportunidad.
No todos podemos llegar a ser santos, ni aún cumpliento ritos religiosos. Es Dios quien decide abrir sus puertas a la santidad de un creyente, claro está, si este creyente a cumplido enteramente la Voluntad de Dios.
¿Qué es hacer la voluntad de Dios?
Para llegar a ser santos, debemos hacer la voluntad de Dios y la voluntad de Dios, no es cumplir ritos religiosos, no es creer lo que los hombres dicen, no es cumplir con los domingos, no es encender velitas a la «virgen maría» o a quines creemos son santos por que así nos han dicho.
Para hacer la Voluntad de Dios, debemos primeramente conocer lo que Dios nos dice, y lo que Dios nos dice está exclusivamente en su Palabra, es decir la Biblia.
Si la leemos, vamos descubriendo la verdad y lo que realmente quiere Jesús en nuestras vidas y de allí podemos hacer su Voluntad a carta caval para esperar ser escogidos como santos.
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El santo Hijo de Dios
Nombrarlo a Jesucristo como el Santo Hijo de Dios es algo glorioso porque está vinculado con el hecho de que Dios es Santo y el hecho de que si su Hijo es Santo, escrito está que nosotros debemos ser Santos porque Él es Santo.
Para ser santo, como te dije anteriormente, debemos conocer a Dios a través de las Escrituras y saber cuál exactamente es su propósito en nuestras vidas.
Así sabremos claramente cuál es la Voluntad de Dios.
Santo quiere dicer, apartado del mundo exclusivamente para Dios, pero en el nombre de Jesús.
¿Quién puede santificar?
Solo Dios Santo o Jesús Santo es quien puede santificar.
La religión no nos santifica, quien nos santifica es el Santo Hijo Jesús y si nosotros no tenemos al Hijo no tenemos al Padre, no podemos ir donde el Padre, nuestros pecados nos alejan del Padre por cuanto estamos todos destituidos de la Gloria de Dios, dice Romanos 3:23.
La Biblia confirma quien puede santificar:
1 Coritntios 1:27-31
27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte;
28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es,
29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.
30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención;
31 para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.
Notemos en el versículo 30 ¿quién es quién santifica?, no son mis obras, no son mis creencias, es mi conversión total a mi Señor Jesucristo renunciando al pecado y ÉL me santifica apartándome del mundo y del pecado de este mundo para vivir de acuerdo a la Voluntad del Señor.
Jesús es quien nos santifica
El momento que nos arrepentimos, renunciando a nuestro pasado y a nuestro pecado y aceptando a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, Él nos santifica.
Aunque el mundo nos condene, aunque nuestras obras sean dignas de condenación, el Señor que es el único justo y digno nos perdona, nos santifica y nos hace propiedad para vivir ahora para ÉL y solamente para ÉL.
Sin Jesucristo no hay perdón de pecados y al no haber perdón de pecados no hay santificación.
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Mas por cuanto Cristo murió en la Cruz siendo Él Santo y llevando en Él nuestra maldición, al resucitar y vencer a la muerte, cuando nos arrepentimos y clamamos al Santo Hijo de Dios, Él nos santifica, nos purifica, nos justifica para poder ser hechos Hijos de Dios.
Entonces tenemos en el nombre de Jesús y a través de Él una íntima relación con nuestro Santo Dios.
Jesucristo es el Verbo, y el Verbo tiene una palabra viva y esa palabra es a la que El Señor acude en oración para pedir que por esa Palabra y la Verdad, nosotros seamos santificados.
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Juan 1:1
¿Y quién es la Palabra y la Verdad? Naturalmente Jesucristo.
Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
Juan 17:17
Jesucristo es el Santo Hijo de Dios y nosotros somos sus santos hermanos.
¿Qué es la Santificación?
Esta es una separación definitiva, eternamente apartados para Dios. Es una parte intrínseca de nuestra salvación, nuestra conexión con Cristo
En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.
Hebreos 10:10
La santificación también se refiere a la experiencia práctica de esta separación en Dios, siendo el resultado de la obediencia a la Palabra de Dios en la vida de uno, y ha de ser buscada fervientemente por el creyente (1 Pedro 1:15 y Hebreos 12:14).
Así como el Señor oró en Juan 17, la santificación comprende la separación de los creyentes para el propósito por el cual fueron enviados al mundo:
“Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.” Juan 17:18-19.
Que Él mismo haya sido apartado para el propósito por el cual fue enviado, es tanto la base como la condición de nuestra separación por la cual somos enviados (Juan 10:36).
Su santificación es el modelo y el poder para el nuestro. El que envío y la santificación son inseparables.
Por esta causa los creyentes son llamados santos, hagios en el griego: “los santificados.”
Mientras que anteriormente su comportamiento daba testimonio de su posición en el mundo, separados de Dios, ahora su comportamiento debe dar testimonio de su posición ante Dios y su separación del mundo.
Santificación es sinónimo de santidad
Hay un sentido más que comprende la palabra “santificación” en la Escritura. Pablo ora en 1 Tesalonicenses 5:23: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.”
Pablo también escribe en Colosenses 1:5: “la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio.”
Posteriormente habla del mismo Cristo como “la esperanza de gloria” (Colosenses 1:27) y luego menciona el hecho de esa esperanza cuando dice, “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con Él en gloria.” (Colosenses 3:4).
Este estado glorificado será nuestra separación última del pecado, la satisfacción plena en todo aspecto.
“Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es.”
1 Juan 3:2
En resumen, la santificación es sinónimo de santidad, la palabra griega para ambos significa “una separación.”
Primero, una separación posicional definitiva en Cristo al momento de nuestra salvación.
Segundo, una santidad práctica progresiva en la vida de un creyente mientras aguarda el regreso de Cristo.
Y finalmente, una separación eterna del pecado cuando lleguemos al cielo.