Es importante reconocer si estamos adorando, alabando, enalteciendo, glorificando a nuestro verdadero Dios con la convicción del conocimiento, o solo lo hacemos por una mera costumbre.
Quizá te identificas con este escenario: Vas a la iglesia y cantas alabanzas, pero en realidad no estás prestando atención a sus palabras o a su significado. El pastor se pone de rodilla para orar, y tu mente comienza a divagar. Durante el sermón, te distraes y pierdes una gran parte del mensaje.
Todos hemos tenido esa experiencia, ¿verdad? Es común, y lo ha sido durante mucho tiempo. Isaías censuró a los israelitas por honrar al Señor con sus labios mientras que sus corazones estaban lejos de Él
Isaías 29:13
13 Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado;
Como hijos de Dios, debemos tomar esto en serio y considerar si, en efecto, estamos adorando al Señor, o si solo estamos haciendo las cosas de una manera mecánica o por costumbre.
Para adorar de verdad, tenemos que hacerlo más que con palabras de alabanza, y estar atentos. Nuestras mentes deben estar puestas en el Señor, no en asuntos de menor importancia. Al igual que el salmista, todo nuestro ser interno debe estar comprometido tanto en la exaltación del Señor como en la humilde sumisión a Él como nuestro Hacedor y Pastor.
Salmos 95
1 Venid, aclamemos alegremente a Jehová;
Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación.
2 Lleguemos ante su presencia con alabanza;
Aclamémosle con cánticos.
3 Porque Jehová es Dios grande,
Y Rey grande sobre todos los dioses.
4 Porque en su mano están las profundidades de la tierra, Y las alturas de los montes son suyas.
5 Suyo también el mar, pues él lo hizo; Y sus manos formaron la tierra seca.
6 Venid, adoremos y postrémonos; Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor.
7 Porque él es nuestro Dios; Nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano. Si oyereis hoy su voz,
8 No endurezcáis vuestro corazón, como en Meriba, Como en el día de Masah en el desierto,
9 Donde me tentaron vuestros padres, Me probaron, y vieron mis obras.
10 Cuarenta años estuve disgustado con la nación, Y dije: Pueblo es que divaga de corazón, Y no han conocido mis caminos.
11 Por tanto, juré en mi furor Que no entrarían en mi reposo.
La adoración genuina también requiere un corazón de fe y una disposición de obediencia a Dios. Sería difícil para los no creyentes adorar al Señor, porque no tienen el Espíritu Santo y no pueden entender las cosas espirituales.
1 Corintios 2:14
14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.
Dios tampoco considera aceptable la adoración de los creyentes que se aferran al pecado sin arrepentirse.
Salmos 66:18
18 Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, El Señor no me habría escuchado.
Acercarse a Él requiere manos limpias y corazón puro, lo cual solo es posible por medio de Jesucristo
Salmos 24:3-4
3 ¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?
4 El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño.
El propósito de la adoración es glorificar a Dios, y comienza con nuestra actitud. Debemos llegar a su presencia con un corazón arrepentido y humilde, una mente enfocada en Él, y una vida que demuestre obediencia.
Fuente: Carlos Florín (Iglesia Casa de Oración Dile a un Amigo)