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La experiencia gratificante de ayudar pese a las circunstancias

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Muchas veces me he preguntado por qué nos pasan ciertas cosas, o por qué Dios permite que vivamos ciertas situaciones, y conforme van pasando los días y mi relación con el Señor va acrecentando, siento que lo que he vivido puede ayudar a otras personas.

Cuando me casé con la persona que hoy es mi esposo solo tenía a su papá que ya era una persona en avanzada edad, su madre había fallecido años atrás antes de conocernos.

Mi relación con mi suegro en un principio no era tan buena, pero aún así lo visitábamos cada fin de semana, y cuando tuvimos a nuestros pequeños las visitas eran más constantes pues queríamos que nuestros hijos sientan el amor de sus abuelitos, (tanto de mis padres, como el de mi suegro), así transcurrieron algunos años y mi suegro empezó a tener más dolencias por su edad.

Tuvo un problema de salud un poco grave, pero él no quería operarse porque pensaba que si lo hacía ya no despertaría, es ahí que Dios nos utilizó para darle fuerzas y ánimo para que pusiera su vida en manos del Creador, claro que el proceso no fue tan rápido tuvo que transcurrir algunos meses para que él accediera a la intervención, pero hoy puedo confirmar que cada visita al abuelito y cada palabra de aliento le confortaba, tanto así que fue internado, cuando salió de la operación estuvo contento de continuar con vida, yo di gracias a Dios por su vida y lo llevamos a nuestra casa para su recuperación, pese a que cómo todos decían no había espacio pues apenas contábamos con dos habitaciones, sin embargo le cedimos nuestra recámara, cuando llegó a la casa estaba contento de estar con sus nietos (mis hijos), ellos le recibieron haciéndole carteles de bienvenida lo cual le emocionó, es increíble ver como unos pequeños pueden dar tanta vida a las personas mayores, con su vitalidad le inyectaban también vitalidad al abuelito.

Aunque la operación tuvo un relativo éxito, por su avanzada edad seguía con su problema por lo que nos dedicamos a orar con él pidiendo su sanidad, y su estadía ya no fue solo durante su recuperación sino por mucho más tiempo.

Tal vez a ti te tocó cuidar a una persona mayor que no sean tus padres y cuando decidí hacerlo muchos me preguntaron por qué lo hacía, mi respuesta siempre fue: porque mi corazón así lo quiso, además hoy veo con más claridad el porqué, primero por el gran amor que siento por mi esposo y quiero verlo siempre bien y sin preocupaciones, pero también lo hice por mis padres, pues creo que no me perdonaría dejarlos solos; todos vamos por un mismo camino y llegamos a tener un número de años considerables y con ellos enfermedades que continuamente nos agobian; vi en mi suegro la imagen de mis padres y me gustaría que Dios me permitiera cuidarlos como lo hice con mi suegro; otra razón es el ejemplo que recibí de mi madre una mujer sumamente bondadosa que cuidó de su suegra hasta sus últimos días, yo miraba a mi madre como atendía a mi abuelita, es más, ella compartía el cuarto con nosotras y la tuvimos con hasta que Dios la llamó a su presencia. Y la razón más poderosa, fue servir al Señor por medio de mi suegro.

Mateo 25:36

36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.

El cuidar a una persona adulta mayor es sumamente duro, creo que solo las personas que vivimos esta experiencia lo podemos entender, mi suegro ya no podía atenderse solo, me convertí de la noche a la mañana en su enfermera, su confidente, su ayudante y hasta su peluquera; es increíble cómo se dieron las cosas. En la mañana mi esposo antes de ir a su trabajo lo dejaba bañado, yo lo vestía, yo le cortaba las uñas tanto de las manos como de sus pies, aprendí a afeitarlo, a recortarle esas cejas que le crecían demás, cambiaba todos los días sus sábanas, veía que su pañal estuviera limpio, lo atendía en el baño, le preparaba sus alimentos, y en la silla de ruedas lo hacía pasear en el patio de la casa, pero lo más importante que me permitió Dios hacer por mi suegro fue leerle la Biblia, hablarle del Señor Jesús.

Aprendí a abrazarme de las promesas que tiene mi Señor en su palabra, y sobre todo una que hoy les quiero compartir, yo me sentía cansada, agotada físicamente, pues atender a una persona mayor y 2 pequeños más en casa es una ardua tarea, pero con la ayuda del Todopoderoso se puede superar toda clase de obstáculos, mi oración todos los días es para agradecer por un día más de vida en mi caso y de toda mi familia y me acogía a su promesa que dice:

Isaías 40:29-31

29 El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.

Me abrazaba tanto de esta promesa que todo el trabajo que hacía no lo sentía, y hoy que recuerdo mientras les escribo, realmente no sé cómo lo hacía, tenía tiempo para todo hasta para hacer manualidades, y me doy cuenta que sin el Señor nada habría hecho.
Agradezco a mi amado Jesús por darle la oportunidad a mi suegro de poder conocerlo a través de nosotros y porque esta situación nos ayudó a nosotros como familia a estar más unidos, y porque mi esposo fue movido en gran manera a su servicio.

Yo te animo a que pongas toda tu vida, tus problemas, tus dolencias en las manos del Todopoderoso, solo Él nos ayuda, solo Él nos fortifica, solo Él nos abre puertas.

Seguir al Señor no nos quita tener problemas, pero si nos ayuda a resolverlos, en mi vida veo la frase tan certera que dice: no digas cuán grande es tu problema, solo dí CUAN GRANDE ES TU DIOS.

Dios los acompañe en cada situación de sus vidas y les guíe.

Escrito por Wendy Duque

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