Las Bendiciones recibidas por quienes se humillan ante Dios y claman por sus cuidados, protección y ayuda no cesan, en esta ocasión compartimos una historia positiva sobre una familia china, cuyos hijos nacieron con deficiencia auditiva.
Aclaramos que humillarse ante Dios, es muy diferente a humillarse frente a las personas, la humillación ante nuestro Creador es tener un corazón sencillo, inclinarse con humildad ante quien nos dio la vida y pedirle siempre socorro ante los problemas y dificultades.
Padres chinos clamaron a Dios y sus hijos pudieron oír
El Sr. y la Sra. Lui anhelaban niños en su hogar. Lui pensaba que tener un niño de dos años de edad, traería mucha actividad y risa en su casa, pero todo cambió cuando entendieron sobre la enfermedad. «Meng Fei no podía hablar, y pasamos un tiempo difícil para conseguir su atención. Cuando le decía que aplaudiera con sus manos o simplemente apuntara a diferentes lugares en su cara, él no lo hacía», dice la señora Lui.
Cuando tuvieron su segundo hijo, Yi, notaron también que algo andaba mal con su audiencia. Así que los llevaron al hospital y pusieron a prueba a sus niños, descubriendo que ambos tenían deficiencia auditiva. «Perdí a mi voluntad de vivir», admite la señora Lui. «Me senté en el suelo con los resultados de las pruebas en la mano y lloré. Lloré tanto que ni siquiera podía alimentar a mi bebé». Ambos padres preocupados por el futuro de sus hijos se preguntaban:
«¿Cómo sobrevivir a mis hijos con discapacidad si no pueden oír o hablar? Sabía que la gente los discriminaría «, comparte la señora Liu con desesperación. «Y probablemente nunca se casarían». Los hermanos necesitaban audífonos e idiomas, pero solo pudieron comprar uno. Liu confiesa: «Me odiaba a mí mismo por no ser capaz de proporcionar todo lo que mis hijos necesitaban. Como padre, quería hacer mejor las cosas». Para colmo, después de un poco de progreso, el audífono de Meng Fei se rompió.
«No pudimos comprar otro y mi bebe señalaba a sus oídos para tratar de decirnos que quería ser capaz de escuchar de nuevo», dijo Liu llorosa. Con profundo dolor, un día se rindieron a Dios y clamaron por sus hijos, para que Dios los ayude. Entonces alguien les llamó diciendo que tenían un audífono nuevo para cada niño. La felicidad rebosante y agradecimiento a Dios de esta familia no se hizo esperar.
La familia comprendió que es el comienzo de un camino justo y esperanzador, porque Dios puede hacer aún mayores cosas por ellos, cuando existe un corazón entregado y humilde hacia el Creador.
Con información de Impacto Evangelístico